Un primer “shot” retador, pero sabroso.
Reflexiones sobre un texto que no escribí.
ESPRESSO
Eduardo Cruz
2/12/20242 min read


Comienzo a escribir y mis pensamientos colapsan. Quizá el entorno no sea el más propicio para realizar esta actividad tan humana como ausente en el día a día de una persona común, como yo, del 2024.
Pero he escuchado que no existe mejor forma para “aprender a escribir” que mediante la práctica. Y heme aquí en estos momentos en los que quiero realizar el primer escrito de este Boletín Espresso, y mis ideas -tan constantes y abrumadoras en otros momentos de mi día a día- desaparecen sin dejar rastro aparente.
¿Será que he juzgado como huidizos a mis pensamientos antes de tiempo? …
Por ello me disculpo contigo, lector anónimo, que seguramente te estarás decepcionando de navegar por un texto que parece no tener destino. Pero no siempre las cosas salen como uno las planea, de esto estoy completamente seguro.
Antes de abrir mi hoja de texto para comenzar con este primer borrador -que eventualmente y, tras un largo proceso de ‘edición’ de mi parte, estará publicado en la internet-, llegaban a mi mente imágenes mentales del que sería un gran número.
Entre esas ideas que revoloteaban en mi mente, había algunos ensayos sobre cuestiones ontológicas, pensamientos sobre un estudio de la vida y obra de Nietzsche que me encuentro leyendo, y hasta algunas consideraciones sobre el libro “El acontecimiento” que para mi círculo de lectura también me encuentro repasando.
Pero al momento de querer bajar a la realidad esos conceptos, esas frases que a mi parecer se formaban de forma tan coherente en mi cabeza, mis manos fallan.
Creo que mi problema se debe a que de alguna forma “leo” lo que escribo, al mismo tiempo que lo escribo. Y mis juicios estéticos se anteponen a la ejecución. Queriendo escribir una opera prima (ingenuo yo, que apenas comienza con su primer número), caigo irremediablemente en la parálisis.
Pero no quise fallar a mi compromiso de escribir. Intentarlo. Lanzar mi creación más imperfecta a mi juicio y al de desconocidos. De alguna forma he de comenzar, ¿cierto? La práctica hace al maestro, o con esa frase he crecido. Pero deseo que este pequeño shot de frustración creativa, te sirva como consuelo, o remedio, al momento de que me leas.
Personalmente, me parece que tendré que retomar la práctica de cargar con mi libreta y pluma en todo momento, de manera que pueda ir encerrando esos pensamientos. Aprisionándolos de uno en uno, para liberarme yo. Me quedará el consuelo de saberme victimario de esas ideas que hoy, mientras me disponía a escribir este primer número, me victimizaron.
De antemano te agradezco por haber llegado hasta este punto. Mi aprendizaje y práctica terminan; llevándome la tarea de ir liberando mis manos. Quedándome con la interrogante, ¿alguna vez te has enfrentado a un “bloqueo narrativo”?, pues agradecería el contar con un temario que me facilite, aunque sea un poco, el camino que tras estas breves palabras, veo delante de mí.
Y con el último sorbo a mi espresso, me despido.