Meditaciones en Solitud

Pensamientos personales sobre la compañía, la soledad y el crecimiento personal, acompañado por mi fiel compañera canina Killa.

AMERICANO

Eduardo Cruz

8/2/20242 min read

La historia últimamente ha sido la misma a la que francamente ya me he venido acostumbrando, quizá la diferencia en esta ocasión es que he empezado a ser consciente de algunas decisiones y actos que me han venido metiendo en este ciclo. Uno en el que, aunque con mucha comodidad y gran avance en lo que considero un ‘crecimiento personal‘ -que no negaré, ha venido como resultado de grandes momentos de reflexión y por sobre todo, una necesidad casi masoquista de mi parte de hurgar en los recuerdos y elementos de mi memoria más profundos, algunos quizá oscuros-; me sigue dejando un sabor de boca amargo, una ambivalencia en mi sentir.

Mi vida en la última década ha venido marcada por una especie de solitud, acompañado desde hace poco mas de un lustro por mi valiente compañera canina (Killa), transito mis días sin muchas penas y con pocas glorias. Siempre con las narices más hermosas -y chismosas- que la vida me pudo poner a mi lado, somos una manada en miniatura que nos hemos venido acoplando a un silencio profundo.

Con ello, mis días y mis noches transitan entre los pensamientos, deseos y necesidades de básicamente un solo ser humano y su fiel compañía. Aunque no me gusta hablar de mi mismo en tercera persona por lo que, he de modificar la expresión de mi idea de aquí en adelante.

El gusto por no estar con nadie, forma más amable de decir ‘estar solo’, me viene con un alto precio social que aún en estos momentos, mientras redacto estas pequeñas líneas destinadas a un público anónimo -seguramente inexistente- me sigue pareciendo justo. El quid pro quo de la compañía que en muchas ocasiones he rechazado, me ha venido llenando de satisfacciones.

¿Cuál es entonces el origen de tan elaborado soliloquio?, ¿De dónde emerge esta meditación? La realidad, y lo he pensado a cabalidad, viene de la cada vez mayor facilidad con la que declino a la convivencia fuera de mi manada citadina moderna y me ensimismo en un viaje como éste. Con la salvedad que el día de hoy he decidido intentar plasmar mis pensamientos -proceso que me esta costando verdaderamente-.

No quisiera sin embargo sonar como un pesimista, ni siquiera como un misántropo. Convivo con personas y considero que tengo la capacidad de generar amistades significativas con quienes, por alguna razón que hoy mientras escribo esto me entero que no he pensado nunca, se ganan mi confianza. Un proceso sumamente arbitrario sin duda, pero mis pensamientos carentes de toda moral social me han permitido conocer al día de hoy a grandes seres humanos, a quienes les tengo plena confianza y cariño.

No sé si haya una conclusión a una temática que no me causa conflicto alguno, aunque sí me ha ocasionado ciertos “choques" más en el ámbito social, de forma personal no pretendo cambiar de momento.

De cualquier forma, mi café se enfría y mi perrita -Killa- me pide que una vez mas, la lleve a recorrer las calles de esta, no tan lluviosa hoy, ciudad -imagino que el arduo trabajo de olisquear cada rincón de nuestro recorrido exige un alto grado de dedicación y compromiso, tanto de ella y sus narices, como mía y mi andar tras ella-.

Con ello y aunque aún no el último, quizá el penúltimo sorbo de mi café, me despido.